Víctor Guzmán: De vender tortillas a luchar por un lugar en Qatar 2022 con el Tri

El futbol le dio una segunda oportunidad y Víctor Guzmán la está aprovechando con más hambre que nunca.

Decidido, claro y tenaz, el “Pocho” quiere comerse al mundo en este 2022, sin olvidar sus orígenes y todos los obstáculos que la vida le ha colocado a sus apenas 27 años.

“Esta historia en el futbol inició por mi mamá, me llevaron el Club Atlas 2000 y allí empecé a los 4 o 5 años. Somos cuatro hermanos, mi papá se fue a Estados Unidos por trabajo y mi mamá era ama de casa. Yo cuidaba a mis hermanos.

“Mi mamá vendía fruta, aguas frescas, sándwiches. Se ponía afuera de los campos a vender, mis compañeros le compraban, todo nutritivo”, recordó Guzmán en entrevista con René Trejo para FOX Sports.

El “Pocho” demostró sus cualidades desde niño, el Atlas le dio una oportunidad, pero también apagó su sueño de momento.

“Empecé en el campo solidaridad, allá en Jalisco, quedé campeón de goleo 14 o 15 veces. Me vieron cualidades y me llama el Atlas. Después me dan de baja allí, les preguntamos por qué, sólo nos dijeron que por mi estatura y ahí terminó, yo no quería saber nada del futbol”, esa etapa de su vida le llevó a tomar una decisión que le forjó un carácter inquebrantable.

“Mi mamá no quería que lo dejara, yo iba a la escuela en la mañana, pero me decía que en las tardes iba a tener tiempo libre y que no quería que estuviera de huevón.

“La verdad es que a mí me gustaba traer dinero y empezamos a buscar trabajo. Nos veían y teníamos 14 o 15 años, no nos querían dar trabajo. Hasta que ya casi al último encontramos una tortillería e hicimos un trato con ellos”, contó Guzmán.

La bicicleta, una caja de plástico, el apoyo de su compadre y su capacidad para negociar ayudaron a encontrar su primer trabajo, lejos del futbol.

“Les dijimos a los de la tortillería: ‘tú nos vendes a nosotros, nosotros vamos, tocamos a las casas y les vendemos a las señoras para que ellas ya no caminen a la tortillería’. Mi compadre y yo agarramos una bicicleta, le pusimos una caja cuadradita y allí acomodábamos cuatro kilos en forma de torre. Terminábamos con 20 o 22 kilos en la caja.

“Llegábamos a las casas y tocábamos: ‘Señoras acá traemos tortillas de la San Judas Tadeo, pregúntenles para que vean que son de allá’ Llegábamos con las tortillas calientes, en un solo día vendíamos hasta 80 kilos. El kilo lo comprábamos a 9 pesos y lo vendíamos a 10 pesos”, explicó Guzmán.

Aquella habilidad para negociar la llevó al campo cuando Chivas lo reclutó para sus fuerzas básicas, posteriormente, Pachuca logró su fichaje cuando ni siquiera había debutado en Primera División.

Aquellos obstáculos y el episodio donde fue castigado por dopaje, reforzaron ese carácter y hambre por no rendirse.

“Aquí tengo tatuada la bicicleta, en esta repartía las tortillas. Fue la que me sacó de la pobreza. Ese sueño (de ir al Mundial) sigue intacto, voy a estar sí o sí en Selección. Van a decir: ‘Yo no quiero a este cabrón, pero está chingue y chingue con goles y asistencias, pues deja lo llamo’”.

“Todavía quedan lugares (a Qatar 2022), yo los voy a apretar, le voy a meter esa duda al profe (Gerardo Martino). Ahorita mi función en Pachuca es atacar, asistir y hacer goles. Lo estoy haciendo, soy el mexicano que más goles anotó. Esto está en mí, se la voy a poner difícil al profe”, sentenció.