Pelé, el hombre que no necesitó de Europa para dominar el mundo

Edson Arantes do Nascimento supo conquistar al planeta entero desde el continente americano, ganando todo con su querido Santos y su amada Brasil.

El mundo del futbol ha perdido a uno de sus más grandes exponentes, pues se confirmó el fallecimiento de Edson Arantes do Nascimento ‘Pelé’, quien perdió la vida este jueves 29 de diciembre a los 82 años por complicaciones derivadas de un tumor cancerígeno en el colon.

Pelé, quien fue considerado uno de los mejores futbolistas de todos los tiempos, siempre protagonizando el debate con el también acaecido Diego Armando Maradona, y más recientemente con otro argentino, Lionel Messi, dejó particular huella en la memoria de los aficionados.

Eso sí, siempre marcó distancia con Maradona: “Para compararse conmigo Maradona primero tiene que pedirle permiso a Sócrates, Tostao, Rivelino, Zico y Romario, así como a otros jugadores brasileños. Luego tendría que pedirle permiso a Di Stefano y Moreno, dos grandes argentinos que fueron mejores que él”, tiró en alguna ocasión para incendiar más su picante rivalidad.

El único tricampeón Mundial

De orígenes muy humildes, el nacido en Minas Gerais en 1940, sufrió la derrota de Brasil en la Copa del Mundo de 1950 organizada en casa, sin saber que el destino le depararía convertirse en un fenómeno que paralizaría cualquier lugar en el que se presentaba.

Debutó siendo un adolescente con el Santos, club de su vida y de inmediato brilló, convirtiéndose en un goleador formidable, lo que le permitió pronto ser convocado a la Selección de Brasil con la que a los 17 años se convirtió en campeón mundial en Suecia 1958, el único trofeo ganado por un equipo americano en el viejo continente.

Repitió el éxito en Chile 1962, aunque como secundario al lesionarse temprano en el torneo. En Inglaterra 1966 corrió con la misma suerte, pero a Brasil ya no le alcanzó y se fueron en la primera ronda por única vez en su historia. Curiosamente, Pelé nunca tuvo que emigrar al futbol europeo para consolidar su ilustre trayectoria.

El propio Pelé confesaría años después que la comida de su madre, así como el clima y las playas de su país fueron motivo suficiente para rechazar a clubes de la talla del Real Madrid y el AC Milan.

“Muchos de los mejores equipos de Europa, entre ellos el AC Milan y Real Madrid, me han hecho propuestas a lo largo de años, pero la prensa se volvía loca y nunca pensé jugar seriamente fuera de Brasil. Yo tenía mis razones: en pocas palabras, me encantaba el arroz con frijoles que hacía mi mamá, me sentía cómodo y feliz en mi país. Mi mamá y papá vivían a pocos metros de nuestra casa, la temperatura siempre era de 25 grados y la playa era estupenda”, confesó en el libro ‘Pelé: porque el fútbol importa’.

Se reivindicó en México 1970 liderando a una generación histórica que paseó a una potente Italia en la cancha del Estadio Azteca para llevar a casa su tercer título mundial, algo que ningún jugador ha podido replicar.

Cuando Pelé iba a la carrera, pasaba a través de los rivales, como un cuchillo. Cuando se detenía, los rivales se perdían en los laberintos que sus piernas dibujaban. Cuando saltaba, subía en el aire como si el aire fuera una escalera. Cuando ejecutaba un tiro libre, los rivales que formaban la barrera querían ponerse al revés, de cara a la meta, para no perderse el golazo”, así lo describiía el escritor uruguayo Eduardo Galeano en su obra ‘El futbol a sol y a sombra’.

Un adiós a las canchas en el país que le dice ‘soccer’ al futbol

Cuando la condición se fue mermando, obra de los más de mil partidos que le hicieron jugar alrededor del globo para los espectadores que no se conformaban con las leyendas que los periódicos relataban sobre aquel potente corcel amazónico. se marchó a Estados Unidos para unirse al proyecto del New York Cosmos, donde metió sus últimos goles, de los mil 282 gritos que se le atribuyen.

“Todo tenía. Tenía zurda y derecha y le daba con las dos. Gambeteaba con las dos piernas. Guapo. Cabeceaba. Doble salto, se quedaba suspendido en el aire, la bajaba y te rompía el arco...”, decía Alfio ‘Coco’ Basile, quien lo enfrentó en múltiples ocasiones.

Al final de su carrera no se dejó seducir por aquellos que le veían futuro como entrenador, algo que dejó claro desde mucho antes. “Jamás seré técnico de futbol. Sé que ser entrenador es complicado y no deseo complicarme la vida con eso. Tampoco podría aspirar a tener una carrera como la que tuve como jugador, eso es inalcanzable hasta para mí”, dijo.

Pese a ello, no se alejó de los reflectores, apareciendo en múltiples eventos y siendo un embajador de la FIFA en cada oportunidad, además de protagonizar decenas de campañas publicitarias. “Nunca regaló un minuto de su tiempo y jamás se le cayó una moneda del bolsillo”, ahondaba Galeano.

Nunca habrá otro Pelé, mi madre y mi padre cerraron la fábrica y rompieron el molde. Soy único e irrepetible”, sentenció, a sabiendas de sus condiciones y su legado, uno que, como su profecía lo dicta, no podrá ser igualado.