Hace casi una década fue el máximo goleador de la Copa del Mundo, el Real Madrid lo contrató por cerca de 80 millones de euros y tenía todo para ser un crack. Ahora, James Rodríguez suma más pretextos a su reciente fallida aventura por el futbol de Qatar con el club Al-Rayyan, excusándose en que no se acostumbró al estilo de vida en el Medio Oriente, donde cobraba una fortuna.
El jugador colombiano, que ahora milita en el Sao Paulo de Brasil, concedió una entrevista al medio Globo Esporte de ese país. Cuestionado del por qué había quedado a deber en los futbolístico en su aventura qatarí, el mediocampista mencionó dos singulares situaciones como “pretextos” de su nula adaptación a la forma de vida en aquellas tierras.
“Allá en Qatar, todos comen con las manos. Me ofrecían de sus bocados y yo les decía: ‘No, gracias’. Preguntaba dónde estaban los cubiertos para comer como sé y me respondían que eso no se usaba, que debía comer con las manos. Yo les decía: ‘Están locos, no pienso comer con las manos’”, platicó.
“Otra cosa de la difícil vida en Qatar que me complicó la adaptación fue algo tan normal como ducharme. No podía bañarme desnudo en el vestidor, es lo más normal en el futbol ducharte desnudo, pero allá se asustaban y me decían que estaba prohibido, ni eso podía hacer”, añadió.
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James Rodríguez culpó al frío en Munich
Como dijimos, James llegó al Real Madrid en 2014 como una estrella, pero de a poco fue perdiendo protagonismo. Sus marcadas diferencias con Zinedine Zidane lo llevaron a jugar a préstamo en el Bayern Munich, donde, por momentos, volvió a mostrar parte de su mejor versión, pero decidió irse por situaciones ajenas a la cancha.
“El frío fue lo principal. Después, la gente de Munich es muy fría. Me trataron espectacular, en el club me querían mucho, pero yo no podía vivir con esos fríos de -20 grados. Recuerdo que había sesiones de entrenamiento tempranas en las que prendía el coche y veía el termómetro en los -28 y me preguntaba: ‘¿Qué hago aquí, Dios mío?’. Nunca estuve cómodo”, declaró en 2020.
Además, dijo que “no le daba la gana” aprender alemán para comunicarse con sus compañeros, staff y entrenadores, ya que nunca lo vio como algo prioritario en su vida, afirmando: “Le dije al profesor que tuve por cuatro meses que no quería hacerle perder el tiempo y que él no me lo quitara a mí porque no quería estudiar ni hablar alemán”.