Darwin Núñez en posición de boxeador a punto de soltar un jab en plena grada. Una estampida de aficionados que ingresan a la Final sin boleto, algunos trepando muros o hasta colándose por los ductos de ventilación. Marcelo Bielsa como energúmeno tildando de mentirosos a los directivos de Conmebol.
Estrellas como Vinicius o el Dibu Martínez lamentando el pésimo estado de las canchas. Un bracket con dados cargados a favor de Argentina. El Chiqui Tapia, presidente de la AFA, siendo limpiado del sudor por un ayudante, como ejemplo de la imagen del dirigente sudamericano que se asemeja más a la de un cuestionable jeque árabe.
Esa y muchas imágenes más quedarán como el lamentable saldo de la organización de la Copa América 2024, que brilló por momentos en lo deportivo y que seguramente dejó grandes ganancias, pero también lamentables bochornos.
UNA LLAVE A FAVOR DE LA ALBICELESTE
Desde antes de que iniciara el torneo, los suspicaces parecían tener razón. El bracket del torneo favorecía a Argentina, que “coincidentemente” jugó dos veces en Miami, la ciudad que ya es casa de Lionel Messi.
Pero no solo por la repetición de sedes conocidas fue que el cruce estaba cargado hacia la Albiceleste, en un torneo que lució encaminado para que Leo al final levantara la Copa. Las llaves contaron con un extraño acomodo que provocó que Argentina evitara a Uruguay, Brasil o Colombia antes de la Final.
Esto porque desde Cuartos de Final el bracket no enfrentaba a los que avanzaban del Grupo A contra los del C, y a los del B frente a los del D, como era de esperarse para evitar repetición de encuentros.
La configuración del torneo se dio con los que avanzaban del A contra los del B y a los del C frente a los del D, de manera que la Albiceleste jugó dos veces contra Canadá, por ejemplo, y se eliminó contra Venezuela en Cuartos, mientras en el otro extremo charrúas, brasileños y colombianos se daban literalmente con todo.
LA INEVITABLE EXPLOSIÓN DE BIELSA
Los protagonistas no tardaron en quejarse del estado de las canchas, algo recurrente en los amistosos del Tri en Estados Unidos, pero más bien desconocido para las figuras sudamericanas.
“La cancha fue un desastre”, dijo el Dibu Martínez el día del debut argentino. “El campo de juego molesta”, aseguró Vinicius Jr.. “Hace siete meses que sabían que jugábamos acá y hace dos días cambiaron el césped”, lamentó Lionel Scaloni, el DT de la Albiceleste, a quienes luego se les unieron más voces, como las del uruguayo Ronald Araújo, el estadounidense Weston McKennie o el brasileño Danilo.
Sin embargo, una más fuerte que todas fue la de Marcelo Bielsa, el entrenador de Uruguay que reivindicó a futbolistas y DT’s al explicar que entre las uniones de los bloques de pasto quedaban huecos, durante una conferencia de prensa en la que explotó al asegurar que a los técnicos y jugadores los amenazaban para no tocar más esos temas. “¡Esto es una plaga de mentirosos!”, gritó el “Loco”.
Eso sucedía en los días previos al último fin de semana del torneo, cuando el Presidente de Conmebol, Alejandro Domínguez, presumía a Shakira como el show de un medio tiempo que se temió fuera de hasta 25 minutos.
Aunque eso no sucedió, el mencionado dirigente de cualquier modo recibió críticas por disfrutar de la previa del encuentro con Maluma y Sebastián Yatra mientras afuera se vivía un caos por el portazo de la Final.
PORTAZO, CAOS Y GOLPES…
Este último episodio terminó por manchar la Copa, pues el partido inició con sobrecupo luego de que la seguridad fue rebasada por aficionados que driblaron arcos y torniquetes para ingresar sin boleto.
Al final hubo seguidores que con entrada en mano tuvieron que quedarse afuera porque la única medida posible para evitar una tragedia fue cerrar por completo los accesos, desde minutos antes del partido que inició una hora y media después de lo programado.
Esa falta de seguridad fue la misma que se había vivido al término de la Semifinal entre Colombia y Uruguay, cuando aficionados pelearon a golpes en una zona donde estaban familiares de los jugadores charrúas, quienes afirmaron haber subido a la tribuna para combatir hinchas cafetaleros para proteger esposas e hijos.
Fue así que no sorprendió lo sucedido en la Final, cuando la Policía debió intervenir para sacar aficionados sin entrada y así liberar pasillos para evitar episodios de gravedad, en una Copa que acumuló dólares, pero también desastres organizativos y suspicacias deportivas.