Estamos en los últimos días del año, ya celebramos las posadas, la Nochebuena y la Navidad, pero antes de que digamos “Feliz Año Nuevo” resta una fecha en particular que suele ser aprovechada para jugar algunas bromas -de buen y mal gusto- en el marco del Día de los Inocentes.
Aunque suele pensarse que después de la Navidad ya solamente queda esperar las 12 campanadas para recibir el Año Nuevo, lo cierto es que el Día de los Inocentes es una fecha que encierra una curiosa tradición, así como un significado que data de mucho tiempo atrás y que en México tiene a sus “fieles bromistas” esperando encontrar a más de un incauto.
Día de los Inocentes: Fecha, significado y origen
El Día de los Santos Inocentes tiene como fecha en México el 28 de diciembre y, si bien en nuestro país suele usarse para jugar algunas bromas y engaños, lo cierto es que su origen tiene un profundo significado religioso, tal y como la Nochebuena y la Navidad.
La historia comienza con el rey Herodes, quien, al enterarse del nacimiento de Jesús, ordenó la matanza de todos los niños menores de dos años en Belén. Esta cruel acción, conocida como la Matanza de los Inocentes, se narra en el Evangelio de Mateo.
Los niños asesinados por orden de Herodes son conocidos como los Santos Inocentes. A pesar de su corta edad, se les considera mártires y se conmemora su muerte el 28 de diciembre, pero, con el paso del tiempo, la conmemoración fue evolucionando de un día de duelo a una ocasión para realizar bromas y jugarretas.
¿Por qué se hacen bromas en el Día de los Inocentes?
Existen diferentes versiones al respecto. Una de las más aceptadas va ligada a los engaños que tuvieron que hacer los padres en esas fechas para ocultar a sus hijos y evitar que fueran sacrificados.
Otra teoría es que la Iglesia católica designó el 28 de diciembre como Día de los Santos Inocentes, según algunas versiones, debido al fin de las Saturnalias, festividad romana dedicada al dios Saturno, que iniciaban el 16 de diciembre para celebrar el fin de la cosecha.
Se dice también que, debido a la magnitud e importancia de estas celebraciones, que incluían bailes, cenas e intercambios de regalos, hasta algunas fiestas en las que los patrones servían a sus esclavos, los pobladores tenían más libertad y buen ánimo para hacer bromas a sus pares.