Así como es el boxeador mexicano más grande de la historia, para nadie es un secreto que Julio César Chávez tocó fondo muchísimas veces por sus problemas de adicciones, que hoy día utiliza como una enseñanza para todos aquellos que atraviesan los mismos problemas con el consumo de sustancias nocivas.
Invicto durante 90 peleas y presumiendo el récord de mayor cantidad de combates de campeonato mundial en el boxeo, el mítico JC Chávez recordó en una reciente entrevista cómo fue su relación con los más famosos narcotraficantes, quienes tenían “enganchado” al pugilista.
Amenazaba a la gente con echarles al Chapo Guzmán: JC Chávez
Invitado al podcast llamado Dementes, el Gran Campeón Mexicano rememoró la cercana relación con Chapo Guzmán, Mayo Zambada y otros de los grandes capos del narcotráfico en nuestro país, gente con la que se codeó en numerosas ocasiones para saciar su adicción a la cocaína y otras sustancias.
“Vivía rodeado de personas negativas. Te cuento, iban a mi casa todos los narcotraficantes más buscados de todo el mundo, mandaban por mí, me amanecía con ellos. Si no iba me obligaban a ir, mejor me presentaba de buenas. Con ellos es mejor hacer amigos, no enemigos”, confesó.
“(A quienes querían ayudarlo a dejar las drogas) Les decía que les iba a echar a Esparragoza, al Chapo Guzmán, a Amado Carrillo que eran amigos míos, también el Mayo Zambada y el Azul. Les quería quemar todo, pero ya luego hice amigos. Cambiaron el procedimiento por mí”.
Julio César Chávez recuerda intento de suicidio en rehabilitación
El César del Boxeo necesitó de muchas recaídas e ingresos a centros de rehabilitación para sanar. Hoy ya con muchos años limpio, incluso ayudando a otros adictos con sus clínicas Baja del Sol, el expugilista recordó que se quiso suicidar en un centro de Guadalajara, a donde su familia lo llevó con engaños para tratar de ayudarlo.
“Cuando yo ya no podía, mi familia me llevó a una clínica en Guadalajara y para que no me molestaran accedí. Yo ya vomitaba sangre, intenté quitarme la vida también. Los acompañé para que no me estuvieran molestando. Llegué al sitio y todo estaba bonito, pero resultó un engaño", rememoró.
“Todo era para que valorara, me dijeron. Lloré mucho en ese momento. Yo tenía mis cosas afuera y estaba ahí amarrado. En Tijuana me rehabilité dos años después, un médico me sedó y amanecí en una clínica de rehabilitación, así me recuperé”.