El 17 de marzo de 1990 el boxeo mexicano vivió una noche gloriosa luego de que Julio César Chávez venciera por nocaut al estadounidense Meldrick Taylor, en una contienda en la que parecía estar perdido hasta conectar un bombazo de mano derecha que le dio el triunfo.
Ambos llegaban en gran momento, con el estadounidense presumiendo ser campeón olímpico en Los Angeles 1984 y con una etiqueta de invicto y como campeón superligero de la Federación Internacional de Boxeo (FIB), mientras que para Chávez era su pelea número 69, con el cinturón del Consejo Mundial de Boxeo (CMB), aceptando esta contienda de unificación.
Y la historia se escribió casi al final de la contienda, en los últimos segundos del round 12 cuando el Gran Campeón Mexicano estaba a punto de desfallecer, cuando llevó a Taylor, un rival más rápido, más fuerte y con mejor condición, a una de las esquinas del cuadrilátero del hotel Hilton de Las Vegas.
El nocaut más valioso en la carrera de Julio César Chávez
Entonces, a 17 segundos de que sonara la campana final, con ambos oponentes ya agotados, Chávez soltó una última derecha que impactó en el mentón de Taylor, quien cayó fulminado sobre la lona, alcanzando a levantarse con ayuda de las cuerdas.
Pero ya no estaba listo para continuar y el referee decidió parar el combate por nocaut técnico, cuando dos de los jueces tenían a Taylor adelante en las tarjetas, mientras el tercero apuntaba un cerrado triunfo para Chávez González, un destino que no iba a cambiar, salvo por ese derechazo.
De esta forma Chávez se quedó con ambos cinturones y manteniendo su calidad de imbatido y a pesar de las heridas, todavía tuvo otras cuatro peleas en 1990, saliendo airoso de cada una de ellas. Por su parte, Meldrick Taylor esperó cuatro años para la revancha, siendo nuevamente noqueado.
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‘Sentí la muerte en esa pelea’, afirmó Julio César Chávez
Años más tarde el propio Julio César Chávez confesó que la contienda con Meldrick Taylor en 1990 fue la única en la que se sintió en verdadero peligro de muerte, por la pegada y velocidad de su rival, quien no le dio tregua desde el comienzo de la misma.
“Fue la pelea donde sentí la muerte. Quería desmayarme y vomitar”, le dijo a El Financiero. “Fue el mejor peleador, el más bueno, el más grande con el que me enfrenté en mi carrera, con respeto de Oscar De la Hoya o Kostya Tszyu”, añadió luego a TUDN.
“Te lo juro por Dios que cuando lo tumbé, no me importaba perder o ganar, lo único que yo quería era que sonara la campana y que se acabara la pelea, porque yo sentía que me iba a desmayar, me sentía desahuciado. Sentía ganas de vomitar y si lo hubiera hecho no estaría con ustedes, no la hubiera contado, me hubiera dado un derrame cerebral”, sentenció.